POR JACOBO SANTIUSTE
El Open USA de 1913 fue un momento clave en la historia del golf americano.
La sorprendente victoria de un joven nativo de veinte años frente a los colosos británicos Vardon y Ray significó muchas cosas. Fue el final de la supremacía británica en éste deporte y el principio del»boom»americano que prácticamente no ha cesado hasta nuestros días.
En 1913 el golf llevaba ya un cuarto de siglo de existencia en Estados Unidos pero era aún considerado un menor de edad. Gran Bretaña era el centro del golf mundial y sus jugadores los que dominaban la escena. De hecho los clubs que habían ido surgiendo en América se habían surtido de profesionales ingleses o escoceses y eran éstos profesionales los que se repartían año tras año la victoria en la máxima prueba del golf americano, el Open USA, que se venía jugando desde 1895.
En 1900 por excepción, dos de las grandes estrellas británicas, Harry Vardon y Jonh Taylor, que estaban en América en gira de exhibición, participaron en el Open USA. Su dominio fue abrumador, quedaron primero y segundo con 9 y 7 golpes de ventaja sobre el rival más próximo.
En 1913 el US Open se jugaba en el Country Club de Brooklyn, en las afueras de Boston, y también ésta vez se había conseguido la participación de dos grandes estrellas británicas, Harry Vardon y Ted Ray que finalizaban así la triunfal gira que estaban realizando por el país.
Habían jugado 40 partidos contra los mejores jugadores americanos con 40 victorias como resultado. La única duda en los pronósticos era cual de los dos quedaría campeón y cual segundo .Con quien nadie contaba, desde luego, era con un joven local llamado Francis Ouimet que vivía a pocos metros del Country Club. Hijo de un inmigrante canadiense, Francis había comenzado a los 11 años como caddie y había pulido su juego en un campo de tres hoyos que él y su hermano habían improvisado en unos prados próximos.
Aquel año el joven Ouimet había ganado un campeonato local y, animado por el éxito, se presentó al US Amateur en donde llegó a semifinales. No pensaba participar en el Open, entre otras cosas porque ya había agotado sus vacaciones, y tuvo que ser el mismísimo presidente de la USGA el que convenciera a su patrón, un comerciante de Boston, para que le concediera una semana extra de vacaciones. Las inscripciones alcanzaron la cifra récord de 165 lo que obligó, por primera vez en la historia del Open, a jugar una preclasificacion el miércoles.
El campeonato propiamente dicho se jugó el jueves y viernes, a razón de 36 hoyos cada día. A mitad del campeonato encabezaban la clasificación Vardon y otro británico, Wilfried Reid, con 147golpes cada uno. Ted Ray era tercero a dos golpes y empatados con 151 golpes aparecían dos jovencísimos americanos, nuestro héroe Ouimet y un igualmente desconocido Walter Hagen.
El viernes amaneció lloviendo y, con el campo en difíciles condiciones, Ouimet jugó una espléndida vuelta tercera vuelta,74 golpes que le situaban en cabeza empatado precisamente con los favoritos Vardon y Ray. El público empezaba a fijarse en el joven Ouimet, Alto, espigado, calmoso y educado, todo en él irradiaba naturalidad.
En aquellos tiempos en que el número de palos era libre y eran frecuentes las bolsas con 25 o más, Francis jugó todo el campeonato con solo siete palos. Su caddie, Eddy Lowrey,e ra un diminuto negrito que solo tenía 10 años de edad. En la ronda final Vardon y Ray habían jugado temprano y ambos mal,79 golpes cada uno, aunque seguían en cabeza con 304 totales.
A lo largo de la tarde todos sus rivales fueron cayendo y en un momento dado solo Ouimet parecía tener alguna posibilidad aunque cada vez menos: había terminado los nueve primeros hoyos con un desastroso 43 y en el 10 había empalmado con un doble boguey. Parece que cuando caminaba hacia el tee del 11 nuestro héroe oyó un comentario despectivo de un espectador y eso fue lo que le infundió el coraje para su heroico final: seis pares y dos birdies, justo lo que necesitaba para empatar a 304 golpes con Vardon y Ray.
El play-off se jugó al día siguiente, sábado, a 18 hoyos y aunque seguía lloviendo más de 10.000 espectadores se congregaron en el Country Club atraídos por la proeza del «local boy». Decenas de periodistas llegaban apresuradamente de todos los rincones del país, muchos de ellos asomándose por primera vez a un campo de golf. Al pasar por el hoyo 9 los tres seguían empatados, 38 golpes cada uno. En el 10 los dos británicos tripatearon y Ouimet pasó por primera vez a la cabeza.
A partir de ahí ya no hubo competencia posible y el play-off terminaba con 72 golpes para Ouimet, 77 para Vardon y 78 para Ray. El público no acababa de creerselo. Las multitudes sacaron a hombros a Ouimet y a su pequeño caddie y las celebraciones paralizaron aquella tarde buena parte de las calles de Boston. Bernard Darwin, el mítico cronista inglés, estaba allí como enviado especial de The Times y comenzaba su crónica con ironía: «Me siento como un corresponsal de guerra en un lejano frente que tuviera que enviar la noticia del aniquilamiento del ejército británico. El golf pasó al día siguiente, por primera vez,a ocupar las portadas de prensa americana, cientos de miles de americanos se iniciaron aquel verano en el nuevo deporte, inspirados por la victoria de aquel joven y sonriente en quien cualquiera de ellos podría reconocerse. Realmente no es exagerado decir que aquel Open de 1913 cambió el curso de la historia del golf americano.