ASOCIACIÓN ESPAÑOLA HICKORY

“Érase una vez un pastorcillo que cuidaba las ovejas de todo el pueblo. Algunos días era agradable permanecer en las colinas y el tiempo pasaba muy de prisa. Otros, el muchacho se aburría; no había nada que hacer salvo mirar cómo pastaban las ovejas de la mañana a la noche.

Un día decidió divertirse y se subió sobre un risco que dominaba el pueblo.

-¡Socorro! -gritó lo más fuerte que pudo- ¡Que viene el lobo y devora las ovejas!

Cuando los del pueblo oyeron los gritos del pastorcillo, salieron de sus casas y subieron corriendo a la colina para ayudarle a ahuyentar al lobo… y lo encontraron desternillándose de risa por la broma que les había gastado. Enfadados, regresaron al pueblo y el chico, todavía riendo, volvió de nuevo a apacentar las ovejas.

Una semana más tarde, el muchacho se aburría de nuevo y subió al risco y gritó:

-¡Socorro! ¡Que viene el lobo y devora las ovejas!

Otra vez los del pueblo corrieron hasta la colina para ayudarle. De nuevo lo encontraron riéndose de verles tan colorados y se enfadaron mucho, pero lo único que podían hacer era soltarle una regañina.

Tres semanas después el muchacho les gastó exactamente la misma broma, y otra vez un mes después, y de nuevo al cabo de unas pocas semanas.

-¡Socorro! -gritaba- ¡Que viene el lobo y devora las ovejas!

Los buenos vecinos siempre se encontraban al pastorcillo riéndose a carcajada limpia por la broma que les había gastado.

Pero… un día de invierno, a la caída de la tarde, mientras el muchacho reunía las ovejas para regresar con ellas a casa, un lobo de verdad se acercó acechando al rebaño.

El pastorcillo se quedó aterrado. El lobo parecía enorme a la luz del crepúsculo y el chico sólo tenía su cayado para defenderse. Corrió hasta el risco y gritó:

-¡Socorro! ¡Que viene el lobo y devora las ovejas.

Como siempre, los aldeanos escucharon los gritos del pastorcillo pero creyendo que se trataba de otra mentira del chico, siguieron con sus faenas y no le hicieron caso. El muchacho seguía gritando desesperado, pero nadie acudió en su ayuda. El lobo se comió a tres de sus ovejas sin que él pudiera hacer nada por evitarlo.”

Este cuento infantil refleja lo que ha estado pasando durante años y años en el campo de golf de Somosaguas. Y por fin ha llegado el lobo cargado con 18 hoyos. Por fin ha llegado el lobo subido a una pala excavadora con un diseño que se está haciendo realidad. Por fin ha llegado el lobo con un recorrido bajo el brazo y lleno de ilusiones nuevas ante este nuevo proyecto.

La mala noticia es que el campo actual desaparece por completo. Pero es posible que cuando el “nuevo” esté a pleno rendimiento nadie se acuerde de los míticos y modestos 9 hoyos que estuvieron ahí tanto tiempo, salvo los recuerdos y vivencias personales que Hera tenido cada jugador que siempre estarán en el recurso.

Este año se cumplen 50 años desde que los jugadores de golf de Madrid pisaron por primera vez las calles y greenes del Campo de Golf de Somosaguas. Corría el año 1971, aquél tiempo en el que los cuartos de palos olían a madera de persimón y en los vestuarios lucían aquellos zapatos de clavos con sus lengüetas vistosas.

El marqués de Bolarque y D. Jacinto Arrazubi confiaron la misión de diseñar un campo moderno al diseñador estadounidense John Harris. De la puesta a punto de los jugadores y del servicio de caddies se haría cargo, poco antes de la creación de lo que actualmente conocemos como el European Tour, el que era el reciente ganador del Open de Madrid de 1970, Manolo Cabrera.

Eran aquellos tiempos en el que los clubes de golf disponían de un cuarto de caddies y Manolo, como jefe de los profesionales, inició el encargo de formar a los caddies para que dieran el mejor servicio posible a los ilustres socios. Estos cuartos de caddies acabaron siendo la cuna de muy buenos jugadores de golf en toda nuestra geografía.

Manolo comenzó la escuela de golf y, en poco tiempo, la popularidad del campo de Golf de Somosaguas iba en aumento, por lo que no tardó mucho en convencer a su amigo Antonio Garrido para que ambos formaran parte de la historia de golf de los muchos jugadores que han pasado por este campo de 9 hoyos. Antonio, que en el año 72 se hacía con el triunfo en el Open de España y pocos años más tarde se proclamaba campeón del mundo formando pareja con Seve Ballesteros (1977), compaginaba su actividad en el circuito europeo con la escuela en el campo de golf de Somosaguas.

El Campo de Golf de Somosaguas necesitaba más apoyo en su escuela y el hermano de Manolo, Ángel Cabrera junto con Pepe Dávila, caddie profesional del club y otro combativo jugador del European Tour al que cariñosamente se le ha conocido como “El flaco”, fueron los elegidos para ello. Eran aquellos tiempos en los que el profesional era la figura que velaba por prácticamente todas las áreas del recorrido hasta el punto de que, como en el caso de Ángel, plantaban árboles en el recorrido, que persisten hoy en día, para guiar a los jugadores por el mismo y que estos pudieran tener referencias en sus golpes. Más tarde, era otro aspirante del club, Julián Nogales el que se incorporaba a la enseñanza en el club y completaba la escuadra de formación de los golfistas del club que durante tantos años ha estado presente en Somosaguas.

Fiel a su relación con el mundo del golf profesional desde su creación, además de los ya citados Manolo, Antonio, Ángel, Pepe y Julián, por este campo han pasado como aquella figura de caddies profesionales jugadores de la talla de Ángel Gómez, Ángel Cercas o Miguel Ángel Martín. Y en la figura de aspirante, jugadores como Juan Carlos Piñero el propio Julián Nogales.

Otra figura que también tuvo relación con Somosaguas fue el maestro de golfistas Patricio Garrido, que murió el año pasado a consecuencia de un cáncer en Sevilla a los ochenta años, segundo de la saga formada por sus hermanos Antonio y Germán y continuada por su sobrino Ignacio,que dedicó casi en su totalidad a desplegar su magisterio a varios miles de aficionados que se acercaron a este deporte gracias al saber y paciencia de estos pioneros.

De una generación en la que los profesionales del golf se hacían casi clandestinamente, Patricio Garrido empezó, como sus hermanos, a aprender con palos inverosímiles.

Patricio Garrido, formado en los clubes madrileños de Club de Campo y de Somosaguas, llega a Sevilla a mediados de los años sesenta del siglo pasado y, desde el club Pineda del que fue una institución y al que no dejó de ir hasta que se declaró el confinamiento por el coronavirus, inoculó el veneno a «varios miles» de golfistas.

Así lo recuerda Manuel Velasco “Guerrita”, discípulo y admirador suyo desde que con diecisiete años conoció a un golfista que, según aseguró, estaba en esos años “entre los seis mejores de España” y que implantó en Andalucía “un golf nuevo que se trajo de Madrid”.

“Guerrita” recordó, entre otras cosas, un golf en el que se formaron los Garrido y en el que, lejos de los grandes abiertos de hoy, destacaba la “Gira del Norte”, torneos que iban desde Galicia hasta San Sebastián y en los que destacó el maestro fallecido, ganador de torneos importantes de la época y que se quedó a las puertas de un campeonato de España en un play-off con el canario Francisco Abréu.

Con materiales y bolas con las que hoy no se concebiría jugar, “Patricio hacía virguerías, como las cosas que hacía con un hierro uno que ya no existe” y con otros materiales que no tienen nada que ver con los que hay en la actualidad, con los que fueron grandes la generación de los Pepín Rivero, José María Cañizares, Manuel Piñero o Antonio Garrido.

Antonio Garrido fue campeón del Mundo en 1977 junto a Severiano Ballesteros, el mejor para el maestro fallecido, quien además de en Sevilla, ejerció su magisterio en El Puerto de Santa María (Cádiz), donde en un mes, según recuerda “Guerrita”, no tenía una hora libre en las más de doce o catorce que daba al día de clases.

Todos los que trataron a Patricio Garrido coinciden en destacar, además de su sabiduría, su inmensa capacidad del trabajo, la que reconoció la Real Federación Andaluza al concederle en 2003 la Medalla al Mérito en Golf “en reconocimiento a su excelente trayectoria como docente”.

A Patricio Garrido, quien a sus ochenta años aún acompañaba a amigos suyos cuando salían, le han faltado pocas semanas, en las que se desarrolló su enfermedad de manera fulminante, para cumplir su sueño de morir en un campo de golf.

Y otro nombre ilustre relacionado con este club es Ignacio Garrido, director de la IGGE Academy, la Escuela que está instalada en Somosaguas Golf.

«Crear una escuela de calidad en Somosaguas es algo que va más allá de la ilusión. Yo crecí en este lugar, me hice como golfista y como persona dando vueltas a este precioso campo, y poder devolver al mundo del golf una parte de lo que yo he recibido durante mi carrera compitiendo, es algo que me enorgullece y a lo que estoy dedicando gran parte de mi vida. El proyecto que estamos iniciando está dando sus frutos antes incluso de la inauguración: la escuela tiene desarrollado un sistema de formación ideal tanto para principiantes y niños como para jugadores de élite. Curiosamente, hemos empezado a recibir jugadores de élite incluso del extranjero», comenta el propio Garrido.

Vídeo de la visita de Javier Varela a Somosaguas donde charla con Nacho Garrido

https://www.movistarplus.es/video/ruta-21-somosaguas?id=20180124183730

Uno de los jugadores Hickory de moda es Miguel Carrasco, que también ha echado alguna que otra hora en este campo de Pozuelo:

“El primer recuerdo que tengo de Somosaguas fue cuando mi padre nos llevó a ver el campo..era un día lluvioso y vimos desde la carretera, por una puerta pequeña, el green del 9 y el campo de prácticas..Ya desde entonces recuerdo que me encantó el sitio..

Luego, pues tengo muchísimos recuerdos..pero por encima de todo recuerdo lo divertido que era jugar allí para un niño.. Entonces no había tanta obsesión por el hcp. como ahora, simplemente jugábamos por jugar..

Me vienen a la memoria pequeños momentos, como cuando los profesores del club nos pedían ayuda a los niños que andábamos por allí para recoger las bolas del campo de prácticas..era un privilegio!! Jugadores como Antonio Garrido (campeón del mundo y jugador de la Ryder..una leyenda), Manolo y Angel Cabrera, Miguel Angel Martín, José Davila, Julián Nogales..etc..

Más recuerdos?

Pues el primer proam que jugué. Me tocó jugar con Angel Cabrera, que era mi profesor de las colectivas..y no dormí en toda la noche..

Mi primera y única clase particular de golf..no se me olvidará nunca..con Manolo Cabrera..me enseñó los fundamentos para pegar fade y draw..

Los entrenamientos con Nacho Garrido..buenas palizas nos metíamos.. y como disfrutábamos organizando los entrenamientos..y corriendo descalzos por el campo a las 7 de la mañana..madre mia..cuando eramos jóvenes..

Los sorteos y las pujas del proam de los mayores..jajaja..con Manolo Cabrera al micrófono..que divertidos..podría estar escuchandole horas y horas..

Ah!!! Muy bueno..la biblioteca del club..madre mia..Cuando hacía mal tiempo o me comía el bocata..allí que iba..a leer todas las revistas de golf que tenían.. y luego..con lo que había leído.. al green de prácticas a entrenarlo..anda que no le echaba horas con mi talega de bolas..

Los bocadillos de queso..con pan tostado que nos preparaba Emilio o Andrés, entre vuelta y vuelta..cuando de pequeños jugábamos a veces 45 hoyos..de sol a sol..

Pero por encima de todo, recuerdo que gracias a las personas que allí trabajaban, era un club familiar..nos conocíamos todos, y fueras a la hora que fueras, siempre había alguien conocido y agradable con quien jugar..

En fin, para mi ha sido un honor y un privilegio haber pasado los mejores momentos de mi vida aquí en Somosaguas..y solamente tengo palabras de agradecimiento a todas las personas que lo hicieron posible.. Si se pudiera, me encantaría que todos los niños tuvieran la oportunidad de disfrutar del golf como yo lo hice …simplemente jugando y entrenando con los amigos.

Nunca me olvidaré del antiguo Somosaguas..”

Después de un poco de historia del club vamos al lío, el motivo por el cual nos hemos juntado hoy aquí, nuestra particular forma de rendir un homenaje de despedida a este campo que desaparecerá en breve, el III Campeonato de Madrid Hickory de Profesionales, que es el último torneo oficial que se jugará en este campo.

Tras las lluvias del pasado viernes y sábado el campo se presentaba más blando, con greenes más receptivos y menos Hickory de lo que estaba hace apenas una semana. Hay que recordar que hace 7 días sólo 4 de 90 jugadores  bajaron del par, pero las lluvias de Semana Santa han hecho el campo más jugador.

Jorge Santos ha sido el ganador de la batalla para ver quién era el ganador de la tercera entrega del Campeonato de Madrid Hickory de Profesionales. Gran vuelta de 68.

Los mismos golpes ha hecho Carlos González “Monty” pero ha quedado en segundo lugar por haber hecho menos birdies que Santos.

En tercer lugar Carlos Balmaseda con 69 golpes se queda muy cerca de ganar su primera y ansiada estaca.

Gran ambiente en la despedida de un histórico club que dará paso a otro gran campo donde ojalá nos reciban con los brazos abiertos y con el cariño que en el Old Somosaguas nos han dado siempre que hemos a jugar. Os echaremos de menos.

Equilibrado finish de Carrasco

También queremos agradecer desde el mundo Hickory el apoyo que hemos recibido de la Federación de Madrid en un día como hoy.

Y por el gran vídeo que Óscar ha hecho del III Campeonato de Madrid Hickory de Profesionales. En el siguiente enlace podéis ver la noticia con el vídeo incluido!!!

https://www.fedgolfmadrid.com/noticia/jorge-santos-campeon-del-iii-abierto-de-madrid-hickory-de-profesionales/12216

También agradecer a Ricardo Macías y Maikel Carrasco por su aportación a la historia de Somosaguas de este artículo.

El amachambrador jefe hoy con su kilt
Zafra en el tee 7
Álvaro Herrero aprochando con el niblick

PALMARÉS DEL CAMPEONATO DE MADRID HICKORY DE PROFESIONALES 

Año 2019  Campo Villa Escorial 

Ganador Carlos González “Monty”

Año 2020 Campo Centro Tecnificación

Ganador Andres Navarro

Año 2021 Campo Somosaguas Golf

Ganador Jorge Santos